El Cristo de los Gitanos


PICT0976“El Martes Santo de 1977, entre las ocho y las nueve de la mañana, ocurrió algo, que aún habiéndolo presenciado, junto a otras personas, me parece un sueño, que recuerdo con la luz y el olor de la Semana Santa malagueña.

Como los últimos años, después de terminar nuestra salida procesional, procedíamos a desmontar los tronos, y esta vez  el tinglado  estaba adosado a la fachada del edificio de la Plaza del Teatro, donde se encuentra el bar la Viña. Por la hora, ya habíamos desmontado casi todo, sólo quedaba el cuadrado que forman las cuatro patas de la mesa del trono del Cristo. Las imágenes estaban sobre el suelo, atadas, y algunos nos encontrábamos subidos en dicho cuadrado, sumidos, posiblemente, en un estadio de somnolencia propio de las anteriores vigilias.

De pronto apareció una mujer gitana, que dio más luz a la ya comparable del día. Arco Iris parecía. Tenía unas medias con todos esos colores y muchos más. Dos hermosas trenzas la había provisto su precioso pelo negro, que ella había entretejido con tiras de papeles de colores que terminaban en sendos lazos. Estos papeles que usamos para hacer cadenas en las fiestas o cometas. Falda negra amplia al igual que la blusa. Delantal floreado cuyo peto cubría el cruce de la pañoleta de cuello anudada a la espalda. Fina bisutería en collares, de la que destacaban largos pendientes de coral rojo y metal dorado. Todo nos pareció luz.

Un rostro surcado por tanta vida, que aunque denotaba su edad, transmitía juventud. Su porte altivo, de haber afrontado sabe Dios cuántas cosas. Pero su altivez complacía, se me antojó vitalidad dulce de ser ella misma.

Preguntó:

¿Este es el señor de los Gitanos?

– Sí, este es. Le respondió alguno de nosotros.

– ¿Y cuándo sale? Preguntó

– Señora, ya hemos salido, ¿no ve que estamos terminando de desmontar los tronos?, le respondimos.

Su cara cambió por unos instantes, encajando contrariedad, pero reponiéndose de inmediato dijo:

¡Várgame el Señó!. Me han dicho que salía hoy y yo he hecho más de veinte kilómetros a pié pa vení a rezarle.

– Pues lo sentimos, le dijimos, – y de verdad que lo sentíamos -, pero como le hemos dicho salimos ayer.

Dudó contrariada, pero resuelta y con habilidosa sencillez de su humildad… ¿y?… después de una pausa, salió su vitalidad,

¿No podría yo vé al Señó?.

Nos miramos unos a otros y asentimos.

¡Claro que puede usted, señora!, le contestamos.

Le señalamos la Imagen tapada y mientras ella se dirigía hacia ésta, sorteando todos los elementos que teníamos depositados en el suelo, con dificultad, tanto por los propios elementos como por su edad, alguien de nosotros destapó la Imagen de Jesús.

Ya está delante de Él, lo mira con fijeza largamente. Llora.

En ese momento me pareció que todo se quedaba quieto. El mundo paró, sólo vivía esta mujer. No llegaba ningún rumor de la calle, se había hecho el silencio y parecía que nadie podía ver aquello, incluso ni nosotros, ¿soñábamos?

De pronto estalló todo, la luz, el sonido, el olor y la vida. En sus manos aparecieron sendas castañuelas y comenzó un baile, danza o ritual desconocido. Sus brazos hacia el cielo con rapidísimos movimientos, las castañuelas llenaron de música el espacio, al tiempo todo su cuerpo dibuja saltos de imposible ejecución para una mujer de su edad.

Su boca derramó piropos a Dios. Su vocabulario, que no supe escuchar, me convenció que rezaba y con tal fuerza, que entendí dicha comunicación, íntima y sin frases o rezos hechos. Paró, se santiguó otras muchas veces, lloró otra vez y comenzó a bailar, ¡increíble!.

Terminó y muy serenamente, radiante, besó a Jesús, seguro que a Jesús, que no a su imagen, en la frente y en sus atadas manos. Se medio arrodilló y se volvió para marcharse.

Mi reacción ante tan extraordinario suceso y dentro de mi asombro, me llevó a preguntarle:

– Señora, ¿quién es usted?

-Pues una gitana ¿O es que no lo ves, hijo?

-Pero, ¿qué edad tiene usted?

-Pues … tres veces un billete marrón y medio más.

-¿De dónde viene?

-Pues de Nerja.

Se fue, no comentamos nada, sólo nos mirábamos asombrados. Cuando rompimos nuestro silencio, hicimos la cuenta de su edad, deduciendo que un billete marrón, son veinte duros y por tanto tres y medio hacen setenta años. Fuimos unos privilegiados, al poder contemplar la Fe de esta Mujer, con mayúsculas.”

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3 respuestas a El Cristo de los Gitanos

  1. Agustín dijo:

    El escrito contando el hecho de la gitana, lo escribí, por que fui uno de los que lo vivió soy Agustín del Castillo Cambló, pregonero de la Semana Santa 2010.

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  2. maria ramos ramos dijo:

    no se si es aqui donde deberia dejar este comentario pero estoy segura que alguien lo leera y se lo podra trasladar al hermano mayor de esta cofradia o algun alto cargo de la cofradia de los GITANOS ; era la primera vez que lo veia y me encanto todo trono como lo llevaban los portadores , trono de la VIRGEN todo pero : y ahi va mi queja no entiendo como se puede ir de mantilla con minifalda y con los hombros al descubierto con un vestido » palabrade honor «y otra con la espalda al descubierto ivan vestidas para una noche vieja una fiesta ,PERO PÒR DIOS no PARA IR DE MANTILLA vamos a ser un poco serio señores que vamos de penitencia NO DE DISCOTECA ;muchas gracias……….

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  3. me suelen llamar marime como confianza dijo:

    Soy andaluza de JEREZ DE LA FRONTERA y aun viviendo en Barcelona estoy al tanto de todas las cosas más bonitas que puedan pasar.
    Siempre mi andalucia la llevaré en el corazón y nadie me podrá decir núnca de donde me siento
    MERCEDES GUARDIA GUARDIA

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